LA COSMOVISIÓN DE UN CÉLEBRE O UNA ESTRELLA (DESPUNTADA) DE ESO QUE SE DA EN LLAMAR EL MUNDO DEL RÓ
Hay peña que por sus cualidades, conocimientos, u otras actitudes, destacan y sobresalen en determinadas actividades. En las letras y el deporte, la música, la ciencia, el saber y el más allá. Los y las hay filósofos y fas, poetas (sí, sí, poetas), don y donnas nadie, furgólogos y politicuchos, y un largo etcétera… hasta roqueros y punkarras (sí, sí, punkis, también), haberlos haylos.
A esta gente, pareciera como si el paso del tiempo les endureciera la piel y la textura de la vida les dotara de una especie de campo magnético, que por lo que quiera que sea al resto de mortales nos atrae y, además, consiguen hacernos sentir la necesidad impertinente de un querer conocer extra. Por ejemplo, los cuándo, el cómo y, posiblemente, los porqués del comienzo de su todo, desde que buceaban cual cigoto en los huevos de su padre, hasta sus últimos pedos.
Ya veis, somos así de curiosetes, o cotillas, y es posible que un poco frikis también (me apunto), que no nos basta sólo con los hitos o hazañas, quizá motivo suficiente y principal de nuestras respectivas admiraciones. A mi juicio, más bien escaso, va a ser esta una de las razones -siempre me lo pregunté- por lo que la industria papelera no pierde comba y se empeña anualmente en satisfacer tanta ansiedad y querer saber, reuniendo en colecciones y biografías interminables tantas apasionantes vidas, con sus anécdotas, reflexiones y confesiones varias; es decir, con sus pequeñas mierdas. Libros estos, pensados desde la cubierta frontal hasta la posterior para engatusar y apresar a los/as fanes numbersone.
Pero, ay, colegas y colegones, en estos sesudos y meditados procesos de la industria S.A por excrecencia, el asunto, lo gordo y el mondongo, lo verdaderamente verdadero, es decir, el truco, está en quién te va a contar caligráficamente las vicisitudes del artista (en lo que quiera que sea destacable) en cuestión. Es entonces, cuando alumbrados ideólogos de este cotarro se enredan en buscar el/o la/ cuentabatallas de turno, bien porque la celebridad está más tieso que un ajo, fenecido ya, o porque vivito y coleando el nota no sabe hacer la letra ‘o’ con el tapón de una botella de kas limón, o bien, al personajísimo no se le pone en las pelotas porque tiene mucha pasta y pa qué tanto jari si otro puede hacerlo por él/ o ella.
De manera, que es aquí cuando nos encontramos a profesionales del asunto, que se dedican al estudio del tema y tienen un conocimiento extenso y profundo sobre todo, pero pasa que a veces son aburridísimos y otras, sin embargo, no lo son tanto. De igual modo, en algunas ocasiones, demasiadas, el experto capacitado en personajes sabe lo que sabe sólo de oídas, le dijeron, había leído por ahí, una vez me lo crucé en el carrefú, en fin… a estos últimos se les suele llamar biógrafos de no sé quién y no sé cuántos, creo.
La cosa es que no son muchos, más bien pocos, los remarcables que además de habernos cautivado con sus interesantes haceres a lo largo de sus extensas trayectorias, tienen la capacidad de escribirse a sí mismos y no parecer literatura, es decir, contar (y por escrito) sus propias vivencias y peripecias sin tirarse el pisto, lo más legible posible y, mejor aún, no parecer un puto pedante de los cojones.
Bien pues, después de tanta parrafada y opiniología, vamos a meternos en harina, porque para eso los de Desacorde Ediciones se les ocurrió la estupendérrima idea de pedirme unas palabras a colación de su última publicación: Qué dura es la vida del artista (un anecdotario de La Polla Records), de Evaristo Páramos Pérez. Y, la verdá, uno no sabe decir ¡NO! a determinados congéneres del género humano, precisamente por eso, por su humanidad, amore y cariño, que en demasiadas ocasiones ponen en los prójimos como yo; pero es que además a mí me hace especial ilusión el encargo y me motiva, porque este tipo, el Evaristo, y su cuadrilla, La Polla Records-en general- han puesto el soundtrack (me moría de ganas por escribir esta palabra alguna vez) a mis años mozos y no tan mozos, de hecho, después de la torta de años sus letras siguen siendo, en mi opinión, adalid de contemporaneidad y realidades; supongo que, igual para muchos otros,y creo que, para algunos pocos también; sobre todo para aquellos que un día se dedicaron a usurpar (que no es lo mismo que tomar, ocupar, ni nada de eso) plazas de pueblos y ciudades por las Españas y al poco tiempo se organizaron políticamente para tomar (toma tomate) las instituciones, claro que, desde la poltrona y por un módico precio. Hoy en día sigo sin comprender muy bien el porqué de un uso tan traicionero de las letras de las canciones de La Polla Records en sus propios mítines y múltiples maitines.
Debo apuntar, antes de nada y por empezar de una puta vez a comentar el libro, que esto de la opiniología en los párrafos primeros tiene que ver, y mucho, pues me pareció importante y estuve dándole alguna que otra vuelta al tema, con algo que el propio autor se encarga de recalcar en uno de los varios prólogos (entre unos y otros cuatroná menos -y ná más-) que contiene este anecdotario. También queda reflejado en una de sus solapas: mejor lo cuento yo que cualquier otro hijo de puta, dice.
Al lío. Ameno e ingenioso, muy divertido, y en ocasiones descacharrante, Evaristo Páramos Pérez, vocalista del grupo, a través de su propia experiencia, nos deja un textimonio vital de primera mano, de su puño y letra, en primera persona del singular, hurgando en los orificios nasales de la memoria y su desmemoria, arrancando con la uña larga del dedo menique la telaraña del recuerdo y el sedimento encostrado de una época.
Aunque no fuese esa la intención transcurre, por las casi 300 páginas de este volumen, el relato de los veinticuatro años de historia de la mítica banda punk de Salvatierra. Fotografías. Conciertos y festivales, locales, nacionales e internacionales, a un lado y otro del charco, el antes, el durante y el después, lo allí acontecido; las entretelas de sus grabaciones; las conexiones y el trato, con miembros distintos de la banda, con los diferentes managers o manejadores que por ella pasaron, con técnicos de esto y de lo otro y colegas de lo más variopinto. En él también podéis encontrar la causa y el origen de muchas de las letras de sus canciones; la puntualización en la leyenda urbana y el esclarecimiento de los malos entendidos; polémicas, juergas y jolgorios y pedales varios; el amor, el odio y las drogas; en definitiva, la cosmovisión de un célebre o una estrella (despuntada) de eso que se da en llamar el mundo del ró, que no sólo se acomoda a contar la intrahistoria de su propia particularidad como músico, sino que además, de alguna manera, ilustra requetebién un final de siglo, y el principio de otro, en este añejo país.
En las oraciones, la connotación del hijo por circunstancias de la madre aparece en infinidad de ocasiones. Y es que, según está el patio en los tiempos que corren hijo de puta hay que decirlo más. Asimismo, entre tanto suceso y folclore en este libro auténtico hay un espacio, o división de capítulos, que a mí me ha gustado especialmente y que, a mi modo de ver, hace que el pandemónium no parezca tanto el pandemónium: Neuronas Exprimidas, que le da al libro un plus de relevancia total y centra un algo los asuntos, pone el inciso, y apuntala el desparrame. Mucho ajuste de cuentas y punto en boca, pero también la consideración y el agradecimiento.
He aquí a un punki, quizá el más sobresaliente de todos los punkis, del estado españolo (provincia de Agurain, que es un pueblo que sale en el mapa donde cagó la mosca), de los inclasificables, que es cómo han de ser los punkis en mi molesta opinión, -y no de esos de los de las capitales, sus extrarradios y zonas deprimidas que, según el mismo Evaristo, es de donde salen los verdaderos punks,- que nos permite asomarnos, en un estricto desorden cronológico, a los acontecimientos y vivencias del autodenominado Comando Paco Martínez Soria(no hace falta explicar mucho el epíteto, tan honorable como cualquier otro, comprad el libro cabronos, y lo entenderéis) y sus transmutaciones diversas a conjunto musico-vocal, que el que más y el que menos conocemos con el nombre deLa Polla Records… o, según los jueces, La Polla.
Gsús Bonilla. En el Valle del Kas. Diciembre 2018